Cápsula climática: ¿Qué es el riesgo climático?

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El cambio climático ya no es algo del futuro lejano: está ocurriendo. Incluso de implementarse los acuerdos internacionales más ambiciosos en la materia, nuestro planeta experimentará importantes alteraciones en el clima, con consecuencias significativas o incluso catastróficas sobre las personas y aquello que estas valoran (de Coninck et al., 2018). Sin embargo, el cómo, cuándo, dónde y con qué magnitud se manifestarán estos impactos presenta una alta incertidumbre, ya que depende de la interacción de múltiples factores geofísicos, ecológicos, técnico-económicos y socioculturales. Así, el concepto de riesgo climático refiere al potencial que, a causa de algún peligro relacionado con el clima, se produzcan consecuencias adversas sobre las personas o aquello que estas valoran. Este potencial, a su vez, depende de la combinación de tres factores: amenaza, exposición y vulnerabilidad (IPCC, 2018).

La amenaza se refiere a la probabilidad y/o intensidad esperada de condiciones climáticas adversas en cierto territorio. Sequías, olas de calor, inundaciones, marejadas -entre otros fenómenos- ocurren de manera natural y nos han acompañado a través de nuestra historia, produciendo un nivel basal de riesgo climático frente al cual la sociedad ha respondido con diversas medidas de adaptación, aunque las manifestaciones más extremas del clima, generalmente, conllevan graves impactos. Es sobre esta condición basal que el cambio climático está actuando, incrementando la frecuencia e intensidad de múltiples condiciones durante las últimas décadas y continuará haciéndolo a lo largo del siglo XXI, incluyendo un marcado aumento de las temperaturas y una tendencia hacia la sequía sobre gran parte del territorio nacional. Un punto a destacar es que un aumento de la amenaza puede ocurrir en sectores donde esta, en la actualidad, es modesta y viceversa (aumento modesto en sectores muy amenazados actualmente).

La exposición dice relación con la presencia y dimensión en cada territorio de los “elementos” potencialmente susceptibles de ser afectados por estos sucesos, incluyendo la vida humana, los medios de subsistencia, la salud y el bienestar, los ecosistemas y las especies, los bienes económicos, sociales y culturales, los servicios y la infraestructura, entre otros (Ministerio del Medio Ambiente, 2016). Cuantos más elementos se encuentren en un territorio afectado por amenazas climáticas, mayor es el riesgo. Aunque la amenaza y exposición son atributos locales y específicos a un sistema particular, los impactos sobre ciertos elementos y/o procesos pueden producir efectos en cadena, afectando a otros territorios o generando consecuencias en escalas mayores (por ejemplo, el impacto sobre la producción agrícola de una región puede dañar a los consumidores en una región aledaña o a nivel nacional) (GIZ, 2017).

Finalmente, la vulnerabilidad concierne a la susceptibilidad de un sistema (cierto territorio y su población, sector económico, etc.) de verse afectado negativamente por las amenazas climáticas a las que está expuesto. La vulnerabilidad se incrementa en presencia de individuos, grupos o sistemas especialmente sensibles a amenazas particulares y, a la vez, se reduce  si el territorio, la población y las instituciones que los administran son capaces de responder oportunamente a los impactos cuando estos se manifiestan, o de anticiparse a posibles impactos futuros (Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, 2018). Si bien diferentes factores tienen un peso distinto al determinar la vulnerabilidad frente a ciertos tipos de amenazas, algunos -como la pobreza, la marginación social, la falta de un ordenamiento territorial o la degradación de los ecosistemas- tienen el potencial de incrementarla de manera transversal frente a todo tipo de peligro (MMA, 2020a). Al igual que las amenazas y la exposición, los factores de vulnerabilidad se presentan de manera desigual en el país, contribuyendo a una distribución heterogénea del riesgo a lo largo del territorio, lo que podría reproducir e incluso aumentar las condiciones de inequidad preexistentes.

La inherente incertidumbre de las amenazas climáticas, la compleja caracterización de la vulnerabilidad y la tendencia de múltiples riesgos a acumularse y potenciarse mutuamente, hacen de su predicción y gestión una materia altamente compleja. Comprender y tomar en cuenta de manera integrada y reflexiva los distintos riesgos climáticos es esencial para permitir llevar a cabo de manera proactiva adaptaciones que permitan no solo reducir la posible magnitud de los impactos futuros, sino también identificar posibles oportunidades para un desarrollo más justo y sustentable. Por lo tanto, es esencial que la venidera Ley Marco de Cambio Climático y los futuros debates de política pública consideren herramientas y estrategias adecuadas para una gestión proactiva e integral del riesgo.

Como un primer paso en esta dirección, el proyecto Atlas de Riesgo Climático (MMA, 2020b), un trabajo conjunto del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia con el Centro de Cambio Global de la Pontificia Universidad Católica de Chile, el Ministerio del Medioambiente y el Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo, evaluó más de 50 riesgos climáticos para Chile, considerando el impacto de una pluralidad de amenazas asociadas al cambio climático en doce sectores sociales, ambientales y económicos. Estos riesgos se estimaron de manera espacialmente relativa, con cobertura nacional y detalle comunal, conformando una importante base de evidencia para guiar tanto la toma de decisión como estudios futuros, permitiendo avanzar en una posterior etapa de integración intersectorial y territorial, esto último comprendiendo que los sectores y territorios no son independientes, por lo que los riesgos y amenazas que afecten a uno, también pueden afectar a otros o potenciarse entre sí.

  1. CR2, Universidad de Chile
  2. Departamento de Geofísica, Universidad de Chile
Referencias

Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2. 2018. “Marco de Evaluación de La Vulnerabilidad”. http://www.cr2.cl/wp-content/uploads/2019/06/MARCO_VULNERABILIDAD_CR2_2018.pdf.

Coninck, H. de, A. Revi, M. Babiker, P. Bertoldi, M. Buckeridge, A. Cartwright, W. Dong, et al. 2018. “Strengthening and Implementing the Global Response.” In Global Warming of 1.5°C. An IPCC Special Report on the Impacts of Global Warming of 1.5°C above Pre-Industrial Levels and Related Global Greenhouse Gas Emission Pathways, in the Context of Strengthening the Global Response to the Threat of Climate Change, edited by V. Masson- Delmotte, P. Zhai, H.-O. Pörtner, D. Roberts, J. Skea, P.R. Shukla, A. Pirani, et al.

GIZ. 2017. Risk Supplement to the Vulnerability Sourcebook. GIZ (Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo), Adephi y EURAC. http://www.adaptationcommunity.net/wp-content/uploads/2017/10/GIZ-2017_Risk-Supplement-to-the-Vulnerability-Sourcebook.pdf.

IPCC. 2018. “Special Report. Global Warming of 1.5°C.” https://www.ipcc.ch/sr15/.

Ministerio de Medio Ambiente. 2016. Tercera Comunicación Nacional de Chile Ante La Convención Marco de Las Naciones Unidas Sobre Cambio Climático. Santiago: Gobierno de Chile.

Ministerio de Medio Ambiente. 2020b: Proyecto Atlas de Riesgo Climático (ARClim). Disponible en https://arclim.mma.gob.cl

W. Cai, MJ McPhaden, A.M. Grimm, R. Rodrigues, A. Taschetto, R. Garreaud, B. Dewitte, G. Poveda, Yoo-Geun Ham, A. Santoso, B. Ng, W. Anderson, G. Wang, T. Geng, Hyun-Su Jo, J. Marengo, L Alves, M. Osman, S. Li, L. Wu, C. Karamperidou, K. Takahashi, C. Vera, 2020: Climate impacts of the El Niño–Southern Oscillation on South America. Nature Reviews Earth & Environment volume 1, pages 215–231